" Sin más remedio, Alice se dejó llevar sin protestar más. No entendía por qué siempre hacía lo que él quería. Era una chica lista, pero a su lado se convertía en una completa idiota. No tenía ningún control sobre su cuerpo, sobre su mente o sus propios deseos. Como ahora, cuando él le rodeó la cintura con un brazo y la nuca con el otro, acercando su boca hacia la suya, dejándose invadir por su lengua juguetona y aquellos labios firmes que se derretían como la mantequilla en su boca. Se sentía arrastrada por la pasión. Solo tenías que fijarte en cómo le clavaba las uñas en la espalda por culpa de aquel beso. Beso que le inyectaba placer en cada centímetro de su ser. Su cuerpo empezó a frotarse descontrolado contra el suyo, sintiendo aquel bulto provocado por el deseo tocándola justo en la entrepierna, llevándola en aquel mismo instante a otra dimensión. No había hecho nunca el amor, no se había entregado a nadie todavía en cuerpo y alma, pero cuando él la besaba de esa manera, tenía la sensación de que parte de él inundaba todo su cuerpo. Para ella era como si hicieran el amor.
..."
Texto de: La casa poseída
De: Alisson King
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